martes, 14 de septiembre de 2010

LA NIÑA QUE VIVE EN MÍ




"First love" Utada Hikaru

"The child in us" Enigma

Si algo he aprendido al convertirme en madre, es que los maestros absolutos de vivir el presente, son los niños.
Mi maestro zen, es mi hijo. Él no piensa en el próximo minuto, no imagina el mañana. Disfruta el presente.

Creo que los niños nacen así: con el Carpe Diem impregnado en el espíritu. Una huella que va perdiendo intensidad a medida que van creciendo.

En mi humilde opinión, un niño empieza a dejar de ser niño la primera vez que siente vergüenza o miedo. Los niños que no tienen miedo ni vergüenza pueden disfrutar plenamente, empaparse de la felicidad. Permanecer absortos en lo que estén haciendo cada instante, como si el tiempo estuviese congelado.
Por eso la risa de un niño gusta tanto, porque emite la vida pura que emanan aquéllos que permanecen ajenos al paso del tiempo: los más pequeños.

Me llama poderosamente la atención el hecho de que nacemos sin el sentimiendo "miedo" sin embargo, sí somos capaces de sentir amor/cariño/ternura/afecto hacia nuestra madre.

¿No crees que si el mundo es de alguien, sin duda no es de los que tienen miedo, ni de los que sienten vergüenza?
La vida hay que vivirla sin temor a nada, ni siquiera al ridículo. Sólo tenemos una oportunidad, un único disparo, una ocasión para hacerlo...bien o mal. Y precisamente por eso, porque la vida no es un ensayo general, hay que vivir apostando a por todas.

¿Verdad que no puedes enamorarte a medias? Nos enamoramos al cien por cien. Y creo que eso ocurre porque en el fondo, no nos convertimos en adultos gradualmente, no. Intuyo que lo que hacemos es poner capas, máscaras, disfraces, de manera que cuando nos enamoramos, es nuestro niño interior, el que nunca dejamos de ser, el que queda "desnudo" Aquél niño al que condenamos a permanecer en un discreto e injusto segundo plano, al que casi nunca escuchamos, vuelve a asomarse a nuestras ventanas del alma.

Nos construimos una falsa fachada con ladrillos, cartón piedra. Un muro tras el cuál queda lapidado, enterrado en vida tu YO. El espíritu que ríe sin complejos, que llora sin vergüenza al qué dirán, que vibra sin importarle si es correspondido. Por eso nos gusta tanto estar enamorados, porque le damos permiso al niño para que salga al jardín a jugar...las locuras que uno puede llegar a cometer cuando te enamoras tienen como capitán un ser diminuto con una voz blanca.

Y de repente tus días, adquieren la consistencia de un mundo irreal, ideal. Un mundo dónde todo es posible...Los sueños cobran vida propia, y nuestro niño toma una paleta de acuarelas con la que pinta un cielo verde pastel, con nubes amarillas; carreteras de asfalto violeta, un mar dorado, mariposas cuyo batir de alas impregna el aire de aroma de frambuesas...Contemplamos maravillados que sin importar la edad biológica, somos capaces de sentirnos pletóricos con solo una mirada; nos sigue fascinando el roce de unos dedos, nuestra piel recobra el tacto de un bebé ante una persona que vibra en nuestra misma frecuencia, y seguimos sonriendo con sólo oír una voz, como un bebé en el vientre de su madre.

Súbitamente, nos vemos imbuidos en una fábula dónde parece que en cualquier momento un conejo blanco nos apremiará a que le acompañemos a tomar el té.
Descubrir a un ser capaz de tomar en sus manos lo complicado, y devolverlo convertido en sencillez; saberse acompañada de alguien cuya alma, sonríe cada vez que se sabe junto a tí; comprobar que ni diez ni diez mil...los kilómetros se convierten en nubes que el viento puede barrer, dejando ante nosotros un lienzo sin tiempo ni distancia.

Si una energía ilimitada, impele tu cuerpo a no agotarse, y soportar estoicamente el paso de las horas, la falta de sueño porque compartimos la quietud de la noche junto a un alma cuyo hálito de alegría va impregnando las esquinas; si no dejas de sonreír, si tan sólo leer un email o un sms puede hacer que las lágrimas afloren a tus ojos (perlas cultivadas de felicidad contenida) si eres capaz de clavar el segundero a golpe de anhelos compartidos, de lanzar a años luz el  menor atisbo de nostalgia enmascarado en una nube gris con tan solo un parpadeo, de saber que no importan ni "quién", ni el "qué" ni "de dónde" sino, el reconocimiento de dos esencias de saberse frente a un igual al estar una delante de la otra,  y sobretodo, si crees firmemente en que lo que le pides cada mañana al universo, vibrando con cada palabra al formular el deseo, va a realizarse sin importar ni preocuparte el cómo o el cuándo...sin duda, tu niño sigue vivo en tu interior.

Y es feliz porque puede SER.



jueves, 9 de septiembre de 2010

HOSPITAL QUIRÓN


"Close to me" The cure

Tengo una tendencia innata al análisis crítico, exigir e intentar alcanzar el perfeccionismo...cualidades estas no muy "recomendables" para nadie que quiera vivir tranquilamente y caer bien a todo el mundo. Sí, interpretas bien: mi carácter, a veces me trae quebraderos de cabeza, y más a menudo de lo que quisiera, caigo bastante mal.

Entre otras cosas, porque soy muy puñetera, tiquis miquis...y me cuesta no manifestarlo abiertamente. Pero también es cierto, que tengo un sentido de la justícia exagerado, y que las injusticias se me atragantan como un café con sal.

No agradecer el trabajo bien hecho, es una injustícia. Resaltar los errores y pasar por alto la vocación de los profesionales de la salud, es una injustícia.
Y es que cuando se trata de la salud, ¿qué importancia tiene el dinero? Da igual si privado o público. Somos personas tratadas por personas.

El cariño, el calor humano, la delicadeza, la empatía, la amabilidad, son valores que se aprecian especialmente cuando nos encontramos vulnerables.

Ayer, fui operada en el Hospital Quirón a manos del Dr. Romero. Un joven cirujano de 32 años, tan atractivo como buen profesional. Y muy amigo del cachondeo, porque mira que le ha gustado hacerme reír, sabiendo lo que tiran los puntos...decirme que estoy guapísima con los pelos que yo llevaba ayer al subir de quirófano, sin maquillar y con esa bata azul marino de papel....tiene una buena vena cómica, es cierto. En cualquier caso Dr. Romero, el día 20, prometo ir peinada y vestida con ropa normal.

Llegué a las 11h y desde la administrativa que cursó mi ingreso, hasta la auxiliar de clínica que esta mañana ha cortado mi pulsera de identificación antes de abandonar la habitación, debo decir que todo el personal con el que he tenido ocasión de tratar, ha sido de una delicadeza, amabilidad, y simpatía sin mácula.

Un ingreso de apenas 24 horas, durante las cuales he recibido la visita de mi hijo de 3 años, acompañado de mi ex marido y un amigo suyo. Una visita de 1 hora, hay que comprender que un niño tan pequeño no puede estar mucho rato en una misma habitación sin hacer "nada"
Quiero decir con esto, que he estado sola la mayor parte del tiempo. Pero no me he sentido sola en ningún momento.

Como decía, tras realizar el trámite burocrático del ingreso en admisiones, subí a la 6ª planta, dónde me dirigí a la habitación 636. Muy agradable, tranquila, con luz y con buenas vistas.

En unos minutos, vino una auxiliar y me facilitó el equipo que debía ponerme para bajar a quirófano: una bata azul marino de papel-celulosa, un gorro, y unas bragas blancas diseño anti-lujuria 100%
Acto seguido, vino un camillero, con una melena llena de rizos rubios, ojos azules y un piercing azul celeste en la ceja izquierda que le favorecía mucho.

Ya en la puerta del quirófano, el anestesista, un colombiano de Medellín, cuyo acento catalán recordaba a un lleidetà y dueño de una simpatía que ayudó a disipar los pocos nervios que comenzaban a aflorar, y por cierto con un parecido notable con el ginecólogo que trajo al mundo a mi hijo, me dio a escoger: anestesia general o epidural. Yo, todo lo que sea huír despavorida de una aguja tamaño pértiga olímpica, que ha de llegar a la columna, me parece fantástico.

Una vez en quirófano, tras ponerme la vía (duele, no os voy a engañar) y administrarme vía intravenosa el "chupito de hierbas" a los segundos, me pareció oír algo de reagee, obviamente efecto del "chute" que me acaban de meter en el cuerpo. Una mascarilla de oxígeno y....zzzzzzz

Me desperté en reanimación 30' después al oír mi nombre varias veces, pero incapaz de contestar. Y con una ronquera que hacía mi voz susurrante. Me subieron a la habitación (el mismo guapo que me había bajado) y en seguida me administraron calmantes y más calmantes.

Para merendar me trajeron una botella de agua de 500ml (mmmmmm) ya que con la anestesia hay que ir con cuidado al reintroducir la ingesta. La cena pude hacerla normal.
Toma de temperatura, tensión, saturación de oxígeno (esa pieza gorda que te ponen en un dedo) regularmente.

Cada vez que entraban a ponerme más "chutes" por vena, pedía de ir al WC, ya que no podía ir sola si no quería ir a parar al suelo. Todas las veces han venido dos auxiliares, que amable y dulcemente me han acompañado al wc y de vuelta a la cama.

He pasado una buena noche, teniendo en cuenta que estaba recién operada. Y esta mañana me he alegrado al ver el café con leche y el crusán que me han traído para desayunar. Inmaculada, la enfermera que me ha traído una de las dosis de calmantes, ha intentado solucionar mi visión borrosa con un lavado ocular.

Sobre las 10h el Dr Romero me ha dado el alta hospitalaria emplazándome al día 20 para retirar los puntos.
A las 11h salía por la puerta con mi ex marido y un amigo.

Quiero agradecer y valorar al equipo de personas que han hecho que me sienta tratada con cariño y con una excelente calidad humana. Personal de recepción, auxiliar de enfermería, enfermeras, camilleros, cirujanos, anestesista (Romina, Meritxell, Gemma, Inmaculada, anestesista de Medellín, camillero de rizos dorados y ojos azules) Dra. Carles y Dr. Romero. Gracias a todos.

A pesar de que he estado sola, la llamada de amigos, los sms y los emails y la preparación previa psicológica, no me han dejado sentir la soledad con la que me he enfrentado a esta operación. Y puedo afirmar con absoluta certeza, que hay una lección más aprendida: no esperar nada de los demás. Sólo así podremos alegrarnos de corazón de lo que nos den.

Creo que enfrentarse a una intervención quirúrgica sin nadie a tu lado que te brinde apoyo moral, no es un plato de buen gusto. Pero con las herramientas adecuadas, que te tienes que fabricar tú mismo, pasar por semejante experiencia, te hace crecer y adquirir una cosnciencia que te ayudará a ver que somos más fuertes de lo que creemos.

También es cierto que yo tenía un as en la manga. Un apoyo a más de 8000km, que ha estado junto a mi cama con su pensamiento. Te he sentido.

Ahora a descansar, recuperarme y a esperar.

lunes, 6 de septiembre de 2010

REINA DE LA TRISTEZA Y DEL MIEDO


"King of sorrow" Sade

A tenor del plato de arroz basmati con salsa de tomate y las salchichas de frankfurt que me acabo de cenar, creo que lo sensato e inteligente es no volver a quejarme de que me sobran unos kilos.
Recuerdo cuando estaba embarazada, que llegó un momento en que decidí abandonar la lucha perdida por no engordar de aquella forma tan descontrolada...acabé pesando 20 kg más el día del parto. Durante el embarazo, decidí que cuando estuviera recuperada del parto, cuidaría mi cuerpo; y lo hice...un poco y durante un tiempo. Luego, poco a poco, me fuí relajando y permitiendo licencias cada vez mayores y peores para el sistema cardiovascular...

Últimamente (ya hace varios meses) la idea de hacer ejercico es persistente y ha comenzado a pasar por mis pensamientos a diario...pero sigo sin calzarme las bambas y moverme. Y es que me cuesta incorporar un nuevo hábito en mi vida.

Lector, tú ¿a qué le temes? Personalmente, cuando era pequeña disfrutaba metiéndome en el agua, y nadando hacia lo más profundo. Pero tenía que ser con alguien, ya que sola me daba miedo. Ese miedo me duró hasta bien mayor, de hecho creo que no me lo he quitado. En realidad no lo sé, hace mucho tiempo (unos 2-3 veranos) que no puedo ir a la playa a nadar hasta hartarme...y sin dudas algo que me da miedo es meterme en el mar de noche. La negrura del agua, el no ver más allá del metro y medio frente a mi...

No sé ni por qué he hecho esta introducción...no tiene mucho que ver con lo que me ha llevado a sentarme hoy a escribir.

La pena, tristeza, el bajón...estoy subida en un globo y de pronto ha perdido presión, y he descendido unos metros de forma abrupta.

Miedo a nuevos hábitos, miedo a lo desconocido...miedo a ¿qué? ahora mismo no lo sé bien. ¿Triste por qué sé cómo soy y en qué no puedo cambiar?
Podría ser posible que no cambien las personas, sino la forma en que se enfrentan a las situaciones, que al final acaban siendo repeticiones con modificaciones en el decorado y el reparto.

Miedo a lanzarse abiertamente, a caer al vacío sin saber qué o quién te espera abajo; miedo al ridículo; a pedir azúcar dónde sólo venden sal; miedo a enamorarte en 10 días, cuando lo "normal" es hacerlo en ¿cuánto tiempo....3 meses? Miedo a que las sonrisas desaparezcan.
¡Hay que ser muy valiente para querer volver a construir un castillo de arena, cuando el anterior lo derribaste tu mismo! Y si encima, tu compañero de juegos de playa, te dice que no cuentes mucho con él, que si a mitad de construcción, no le gusta cómo está quedando, igual se levanta y se marcha, entonces ya casí más que valiente, hay que ser un poco suicida. ¿Te lanzarías a jugar en la orilla del mar, con alquien que te dice que no sabe qué hará tras la próxima ola?

¿Quién tiene la llave? Me gustaría saber quién tiene el poder de hacer que todo sea fácil. Necesito que alguien le diga a mi cabeza hacía dónde debe dirigir su atención. Desfocalizar aquello sobre lo que ahora mismo estoy volcada en cuerpo y alma.
Quisiera poder chasquear los dedos y dejar la mente en blanco, los pensamientos congelados hasta que yo quiera. Pero no lo sé hacer.

Y mientras, me convierto a diario en mi animal fetiche y sueño que puedo volvar a dónde quiera, junto a quién desee. Ajena a todo, y envuelta en silencio. Despertando simpatía y ternura. Siendo admirada en su belleza, y casi envidiada en su desapego...la imaginación tiene el don de trasmutarlo todo.

Hoy el día, ha tenido una final agitado, casi bonito. Sólo unas gotas lo han enturbiado en sus últimos momentos.
Por suerte, en unas horas, ocurrirá algo que hará que esté distraída unos días...porque mi pobre cabecita necesita descansar.

NOTA: Aprender a controlar mis pensamientos, y no al revés. Si has conseguido dejar de exigir a los demás, esto también puedes hacerlo.